martes, 5 de mayo de 2009

POBRES NIÑOS RICOS

Érase una vez, unos hermanitos sin nadita que comer. Sólo carnes, frutas, dulces, tortas, huevos, pan y pez. Bebían caldo, chocolate, leche, vino, té y café. Y los pobres no encontraban qué comer ni qué beber.
Y estos hermanitos no tenían en que vivir. Fuera de un palacio presidencial con su huerta y su jardín.

Eran tan, pero tan desdichados que se volvieron ricos de la noche al amanecer. Y no precisamente por participar en quien quiere ser millonario o invertir en DMG.

Eran tan, pero tan de malas que crearon una empresa llamada Residuos Ecoeficiencia S.A. con un capital de tan sólo diez millones, sin saber que cinco años después, ascendería a novecientos millones.
Eran tan, pero tan poco afortunados que en menos de dos años pasaron de ser simples universitarios a ser grandes empresarios.
Eran tan salados para hacer negocios que crearon Salvarte Ltda y compraron terrenos en una zona industrial que luego para desdicha de estos desdichados se convertiría en zona franca. Para más desgracia de estos pobres desventurados los terrenos ya no se venderían por hectáreas sino por metros cuadrados.

Eran tan, pero tan ingenuos estos pobres niños ricos que nunca jamás sospecharon que esos terrenos comprados con tanto esfuerzo y a tan poco precio les fueran a dar ganancias hasta del nueve mil por ciento %9000.

Ni mucho menos previeron los pobres niños ricos, que esa deprimida zona de Mosquera donde compraron las diminutas tierras, estaría más deshabitada que el mismo desierto del Sahara. Sin ni siquiera un tren de cercanías y obras públicas para iniciar.

Los pobres hermanitos eran tan, pero tan ignorantes que siempre antes de realizar cualquiera de sus salados negocios recibían información privilegiada. Pero como eran tan, pero tan ignorantes los pobres niños ricos nunca sabían cómo utilizarla para salir de su miseria absoluta.

Eran tan, pero tan poco perseverantes este dúo de hermanitos que a pesar de que quebraron en la venta de sombreritos, luego de que su padre fuera presidente del palacio presidencial lo volvieron a intentar, por fin suerte tuvieron y su negocio empezó a despegar.

Nadie, nadie los cuidaba. Solo Uribe, y mil ministros más.

Nadie, nadie los envidiaba. Sólo los cientos de colombianos que ilusamente metieron sus ahorros a DMG para obtener ni la cuarta parte de las utilidades del %10.0000 que recibieron los pobres niños ricos.

Qué vivan en paz estos pobres niños ricos, y Dios permita que logremos todos los colombianos disfrutar las pobrezas de esos pobres para vivir y morir del mismo mal.