Por: Ana María Cubillos Sarmiento
Sin saberlo me introduje en una de las mejores fiestas Cosplay que se han llevado a cabo en lo trascurrido del año 2007 en Bogotá.
Eran las 10: 30 p.m. del día sábado 10 de noviembre. Me encontraba en la calle 51 N 7-43 (me reservo el nombre de la discoteca, porque no quiero dañar con mis comentarios el nombre de la misma). Solo puedo decir que ese lugar, por lo menos por fuera, parecía cualquier cosa menos un “rumbiadero”. Era un edificio de 5 pisos, sin pintura, aún con algunas partes en cemento, simple, con mesas de madera, y muchas escaleras.
Antes de subir al 4to Y 5to piso de la discoteca y, a pesar de las personas que había visto en los alrededores del sitio, yo en mi ingenuidad todavía creía que entraría a una típica fiesta de disfraces, contaminada por la música crossover que siempre termina reducida a las mismas canciones de tecno, merengue y reggaetón. Esperaba encontrar el típico DJ de estatura media, con camiseta blanca pegada a su torso, sudor en su cara (especialmente en su frente) y la voz peculiar para animar y “prender” a la gente toda la noche.
Mientras subía las escaleras de ese insípido lugar en mi mente rondaba una vez más la pregunta que en segundos el ambiente mismo del 4to y el 5to piso me respondería: ¿Por qué una fiesta de disfraces cuando ya había pasado el mes de octubre? Era en noviembre y no en octubre por qué no era una fiesta tradicional de HALLOWEEN. No se vieron las típicas pero sensuales enfermeras, angelitas y conejitas play boy, tampoco hubo luces, humo con olor, ni un grupo musical como los ilegales o Proyecto Uno tocando en vivo.
Por el contrario, había una oscuridad que se atenuaba con la luz natural que emana una pantalla de PC, disfraces repetidos de personajes de serie y películas de anime, y aunque yo no reconocía muchos por mi falta de conocimiento en el tema, pude distinguir uno que otro Pokemón, la famosa Pucca, una Sailor Moon, el popular Dragon Ball Z, y algunos personajes de InuYasha.
No había gente bailando ni luces acompañando el estruendo de la música tropical, sólo cámaras fotográficas, una batería lista para ser tocada, un micrófono para cantar, mucha gente sonriente de casi todas las edades, pocas botellas de alcohol, cinco menores de edad, espadas y armaduras gigantes que acompañaban los disfraces más exóticos y llamativos de todo el Cosplay.
La pista del 5to piso no se utilizó para bailar, sino para que algunos disfrazados de los personajes de diversas series de anime que con antelación se hubieran inscrito debutaran cantando en el Karaoke o hicieran una pequeña representación de sus personajes de forma individual o grupal. Algunos personajes hablaron en japonés, otros hicieron movimientos marciales, coreografías de bailes, o simplemnte representaciones de duelos llamativos y graciosos.
Todo lo anterior se alternaba con el toque de dos bandas en vivo o con canciones programadas desde el PC, y aunque todas las canciones eran en japonés, la mayoría de los asistentes menos yo y dos amigos más, entonaban con fuerza y brincaban al unísono de una gran voz.
Los chistes y las poses al tomar las fotos no pudieron faltar y aunque yo no entendía la mayoría de chistes por no estar versada en el tema del animé,reí toda la noche y parte de la madrugada del día domingo por las representaciones sonoras y gestuales de los disfrazados que concursaron.
La elección del mejor disfraz femenino y masculino (cada uno merecedor de 500 mil pesos) estuvo reñido tanto para el público como para el jurado. Las mujeres que concursaron en su mayoría eran atractivas, tenían disfraces muy bien elaborados y todas representaron con gracia y profesionalismo su personaje de anime.
Ganadora mejor disfraz categoría fememina, Dragonair, Pokémon.
Ganadora concurso Karaoke
Mis dos amigos y yo pudimos pasar de infiltrados toda la noche en una fiesta Cosplay, gracias a que ninguno (gracias a Dios) se disfrazó de algo inapropiado para el sitio, fiesta que según la mayoría de friquis(fanático acérrimo del anime) que asistieron catalogaron como la mejor de todas las que se han realizado hasta el momento. Rolmen, quien fue el organizador, también dijo entre risas que a pesar del lugar era la mejor fiesta Cosplay de todo Bogotá.
Tuve la posibilidad de bajar al segundo o tercer piso para bailar las típicas canciones de reggaetón, tecno y merengue, pero decidí quedarme hasta las 4:30 a.m. en el sano pero irreal y fantasioso mundo del anime. Al menos por esa noche y gracias a que mi vestuario me asemejaba a un personaje de la serie Deat Note, decidí terminar como empecé: “Infiltrada en una fiesta Cosplay”.