Un Símbolo de esperanza para el periodismo colombiano

Estudiar comunicación social no es nada fácil, a menudo la gente reacciona desfavorablemente cuando le comento que estoy formándome académicamente para ser una buena periodista colombiana, y es que para muchos el periodismo es una profesión simple que no tiene ni acogida ni importancia en la sociedad, o por lo menos no dentro de nuestra sociedad.


Realmente he pensado en más de una ocasión dejar de estudiar éste oficio periodístico. Seducida por los encantos de la psicología y la filosofía he estado tentada a cambiar definitivamente el rumbo de mi vida, sin embargo una extraña fuerza originada en mi interior, pero propagada en el exterior me motiva a seguir en este fabuloso campo de la comunicación. Esa fuerza es el llamado de la labor social, es el llamado de los más necesitados, es el llamado a la verdad, es imposible estar sorda ante los gritos de la comunidad.

Por ahora sólo soy una simple estudiante de comunicación social, pero más adelante seré un reflejo de cambio, de nuevas esperanzas, de nuevos sueños. No estudio para ser una periodista común, deseo marcar la diferencia, deseo entregar mis mejores esfuerzos laborales y personales a la sociedad, no trabajaré por mi trabajaré por ellos, por aquellos que más lo necesiten.



A pesar de que no soy una comunicadora social profesional puedo considerarme desde ya como un símbolo de transformación periodística, como un símbolo de esperanza, de modificación positiva en diferentes niveles de la sociedad. Demostraré que el ejercicio periodístico bien encaminado puede realizar servicios comunitarios inimaginables capaces de mejorar la calidad de vida de cualquier individuo. El periodismo será visto de una manera distinta y los futuros estudiantes de comunicación social no dejarán de ser admirados por estudiar una carrera con tantas posibilidades de transformación a grandes y pequeñas escalas dentro de nuestra comunidad.