miércoles, 4 de marzo de 2009

La sociedad DAS-Orwelliana del siglo XXI

Para el año 2010, el DAS, se planteó como visión, “posicionarse ante la Presidencia de la República, demás instituciones del Estado y la opinión pública, como el organismo élite que salvaguarda los más altos intereses del Estado por su condición de máximo servicio de inteligencia estatal y su función de investigación criminal de delitos que amenacen su existencia y estabilidad”.

Sin embargo, por los recientes escándalos de las interceptaciones ilegales a dirigentes sindicales, a la oposición, a la prensa, a la Corte Suprema de Justicia, y a algunos funcionarios del círculo de trabajo del presidente Uribe, más que ser una visión, puede llegar a convertirse en una misión imposible. Titánico deberá ser el esfuerzo si se quiere restablecer en menos de un año la legitimidad de este organismo adscrito a la Presidencia de la República frente a las otras instituciones del Estado y los ciudadanos.

Lejos de llegar a cumplir ese objetivo, el DAS cada vez está más cerca de convertirse en una figura omnipresente que George Orwell denominó en su novela ficticia (1984): El Gran Hermano. Un Big Brother que no sólo trabaja en pro de la defensa esos intereses estatales.

Las últimas noticias se han encargado de recordarnos que el DAS es un órgano capaz de permeabilizarlo y vigilarlo todo cada vez más severamente. Nos recuerdan, también que según registros periodísticos recientes éste ha abusado repetitivamente del poder que se le fue otorgado mediante Decreto 1717 del 18 de julio de 1960.

Pero, detrás de este órgano que se ha hecho superior por sus facultades de control e invasión, existe una especie de mano invisible. El ex presidente Gaviria llama a esta mano: “mafia criminal”.

Una mafia criminal, aún encubierta que ha hecho del DAS un mercado negro dónde la gran mercancía es la información, esta última al parecer se vende indiscriminadamente al mejor postor. Este negocio -al mismo tiempo político y económico- deja en grave riesgo la privacidad y los derechos fundamentales de libertad que deberían tener los ciudadanos.

Más allá de los debates, las controversias y las mil y una hipótesis que se puedan originar con respecto al origen de la “mafia criminal” que se tomó el DAS -desde hace ya algún tiempo (2005 con el caso Noguera)-. Es necesario despertar y actuar para evitar adentrarnos más en una pesadilla de sociedad orwelliana contemporánea cada vez más represiva y paranoica, ya no ficticia como en la novela, sino real en dónde el simple hecho de pensar signifique la muerte de la libertad y la intimidad.

“Pensar no acarrea la muerte. Es la muerte”.
Ana María Cubillos Sarmiento.

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