martes, 7 de septiembre de 2010

El hombre cósmico de la cabina celestial


Primer encuentro. Febrero 24 de 2010.

Cuando fui a su programa como invitada para hablar de un artículo de góticos y de una entrevista a Carolina Andújar que había escrito para la Revista Directo Bogotá, lo primero que pensé, antes de estrechar su mano, es que debían actualizarle la foto de la página web de Todelar en la sección de programas, donde él aparece como director de Los habitantes de la noche.

En la foto luce joven-de no más de cuarenta años-apuesto y atractivo. En persona revela casi 80, su voz es ronca, no hay brillo en sus ojos azules. Tampoco tiene el mismo peinado poblado y el cabello castaño claro como en la fotografía. Está encorvado, tose con frecuencia, camina lento y la ropa parece colgarle de su cuerpo como a los espantapájaros.

Antonio Ibáñez, más conocido por sus oyentes y colegas como Toñito o “El señor de la noche”, lleva 55 años -recién cumplidos- dedicado a la radio. Se deleita con los vicios. Hace varios años reemplazo dos de sus favoritos, el alcohol y el cigarrillo, por la afición a la noche. Desde la cabina de Todelar en Bogotá -de lunes a jueves de 10:00 a 12:00 p.m.- dirige y presenta el más antiguo de los programas culturales de la radio colombiana; en este habla de ciencia, literatura, música, pintura y arte en general, de biografías, el universo y el ser humano en toda su dimensión.

Desde hace 16 años, Antonio hipnotiza con un tono de voz sideral a los oyentes nocturnos y los personajes que a diario invita a su cabina. Es consciente que la audiencia y popularidad que tuvo cuando trabajó en el primer programa radial que trasmitía sin interrupción toda la noche- en la emisora Radio Reloj- no es la misma que ahora. Sabe que no lo escuchan muchas personas y que su voz se está desgastando cada vez más. Sin embargo, prepara cada programa con dedicación y disciplina todos los días.

“Acá en Colombia Radio Reloj al principio fue la locura, a las 12:00 p.m. sonaba el himno nacional y todas las emisoras apagaban menos nosotros. Así que a la fuerza la gente me escuchaba porque era el único que estaba despierto hablándoles a los oyentes. Fue la locura… recibíamos muchas llamadas”, me explica Antonio con una sonrisa nostálgica.

En Radio Reloj estuvo 15 meses de locutor y operador nocturno; años después se sintió atraído por la actuación en la televisión y decidió viajar junto con Dora Cadavid- una de sus mejores amigas- desde Salgar Antioquia hasta Bogotá.
Tiempo después de haber actuado en programas que ni el mismo recuerda, se vinculó a Caracol Radio. Allí empezaron los años mozos de la vida de Antonio, años de excesos y hedonismo que hoy le pasan cuenta de cobro a su salud.


Los años dorados de “Don Antonio”

Antonio fue mujeriego, tomatrago y fumador empedernido.
“Yo he metido mucho las patas en el amor, pero he rectificado después. No me da ni susto ni miedo reconocer mis límites. No hago del perdón un sistema de vida. Simplemente trato de rectificar y no cometer los mismos errores otra vez”.
Aunque ha estado con varias mujeres en su vida, solo con una de ellas se casó y tuvo su mayor adoración, su hija, quien según Antonio es la fuente de toda su inspiración.
Reconoce que durante años, desde el 53, la mayoría del sueldo que le pagaban en Caracol Radio se lo gastó bebiendo con sus amigos hasta altas horas de la madrugada. Pero, afirma que nunca dejó de pagar “un solo peso” para el estudio de su única hija.
“El estudio de mi hija era inviolable; nunca le dejé de pagar un solo semestre o le dejé de comprar un solo libro que necesitará”.
La noticia de haber ganado el Premio Simón Bolívar de periodismo la recibió en el año 1983 enguayabado y todavía borracho por una tomata que había tenido la noche anterior.

“Yamid Amat me llamó como a las 500 a.m. gritándome emocionado: ¡Toño, te ganaste el Simón Bolívar! Yo le dije que no me mamará gallo y le colgué. Volvió a llamar diciéndome que era en serio que me lo había ganado. Yo no lo podía creer porque para ganar un reconocimiento como esos uno tiene que mandar algún trabajo y yo de todos lo programas que había trasmitido no había mandado ni uno solo a los jurados”, recuerda Antonio con emoción.
Y entonces, si no mandaste nada: ¿cómo te lo ganaste?, le pregunto.
Mis colegas mandaron programas radiales míos y el jurado en común acuerdo decidió premiarme por mi dedicación y trabajo, me respondió.

Efectivamente cuando me vi con Antonio por tercera vez, ya no como invitada sino como periodista, pude comprobar que el mismo año, Noemí Sanín, actual candidata presidencial, le mandó dos cartas que Antonio conserva como si fueran reliquias invaluables. En la primera, ella lo felicitaba por el reconocimiento que le habían hecho por su destacada labor como periodista radial cultural. En la segunda, en el año 85, Noemí le agradece el aporte de conocimientos de todo tipo que noche tras noche Antonio hacia desde las cabinas de Caracol Radio.

Antonio ya no gana el mismo sueldo que le pagaron alguna vez; en Todelar no recibe ninguna remuneración, pero tampoco debe pagarle a nadie para trasmitir su programa. De vez en cuando logra conseguir algunas pautas publicitarias de colegios o libros. En el mejor de los casos lo buscan políticos para hacer propaganda desde su programa, pero el problema, según Antonio, es que muchas veces esos políticos no le pagan. Sacando cuentas ligeras en total le deberían $15.000 millones de pesos que seguramente no le pagaran nunca. Tal vez, por ellos es apolítico y nunca ha votado en su vida.

“No me toca pagar ningún arriendo, pero a veces digo que sí para que algunas personas se conmuevan y me ayuden, porque igual si tengo que pagarle a Jimmy que es el que me ayuda en la cabina y en la producción”, me comenta Antonio con frescura mientras se toma una pastilla de Teofilina para controlar un enfisema que le detectaron hace ocho años. Desde entonces dejó el cigarrillo radicalmente y ahora cada vez que puede le dice a todas las personas jóvenes que cuiden su salud y que eviten lo que para él es un de las peores porquerías del mundo.

“Me parece un gran ejemplo como persona por la forma que se expresa hablando, por el cariño que le expresa a las personas y por cómo las ayuda a salir adelante. A mí siempre me dice que la salud es lo más importante para uno y que lleve la vida más adecuada. Siempre todas los días cuando llega nos regala panela para que la preparemos por la noche y nos calentemos”, relata Wilson Romero Lizcano, celador de Todelar que conoce hace 4 meses a Antonio.

Segundo encuentro. Marzo 12 de 2010

Los tiempos de charla con Antonio son sagrados y están contados por reloj. Cuando lo llamé para que nos viéramos esa noche unos minutos antes del programa, me dijo que sí, pero que solo 20 minutos porque no podía gastar tanto su voz antes de la transmisión.

Esa noche Antonio no tendría un personaje invitado como habitualmente sucede en cada emisión. Él dice que nunca ha improvisado ningún tema, siempre los prepara y cuadra la agenda de toda la semana los días jueves. Además, previendo cualquier retraso o incumplimiento de sus personajes siempre tiene un tema bajo la manga para emitir. El de esa noche sería de poesía escrita por mujeres que estuvieran relacionadas con la revolución, la ciencia o la religión. Por eso, devoraba y releía con emoción un libro donde tenía subrayados algunos poemas de Sor Juana Inés de la Cruz.

Después de haber conversado 15 minutos con Antonio, me preocupé porque empezó a toser más que de costumbre. Pensé que se atoraría o se quedaría sin respiración, y por mi mente amarillista y trágica cruzó el pensamiento de presenciar la muerte de Antonio, allí, en esa cabina histórica donde han pasado cientos de personajes reconocidos y diversos como Robinson Díaz, Amparo Grisales, Carlos Vives, Diana Uribe, Luis Carlos Restrepo y Mario Benedetti. Antonio me hizo señas de que volvía mientras tosía, se paró, escupió varias flemas y durante dos minutos solo escuché su tos. Miré al otro lado de la cabina para ver la reacción de Jimmy, pero él parecía estar tranquilo o más bien acostumbrado a esos ataques de tos de “Don Antonio” como él y todas las personas que trabajan en Todelar lo llaman.

Jimmy Riaño, de 32 años, trabaja con Antonio en la producción del programa desde el año 2006. En 2004, por la mente de Jimmy también pasó el mismo pensamiento de muerte que yo tuve al ver la forma desenfrenada como tosía.

JR-“Esa noche tuve que cortinearle a Don Antonio porque vino una ambulancia y se lo llevó de urgencias, no recuerdo si había invitado o no, pero el susto fue tenaz; yo le avisé a la hija de inmediato que se lo habían llevado para el hospital”.
Ese mismo año, en vista del deteriorado estado de salud de Antonio, el dueño de Todelar, Bernardo Tobón, exigió que el programa solo fuera trasmitido hasta las 1200 a.m. y no hasta las 2:00 como antes se hacía.

Encuentro Fallido. Jueves 29 de abril 2010:
La última vez que vi a Antonio fue un día antes de un importante examen que le practicarían para determinar el estado actual de sus pulmones. Me había invitado por segunda vez ya no para hablar de góticos y vampiros, sino sobre la filosofía tibetana del amor. Esta vez él programaría toda la música del programa -puras baladas románticas en inglés-, suavizaría y agudizaría más su voz de lo normal para dar la impresión de estar trasmitiendo desde una cabina celestial. Mientras leía algunos de los párrafos del libro titulado Ensayos del amor, levantaba sus brazos cada vez más y más alto. Por un momento pensé que su alma se elevaría al más allá y solo quedaría su cuerpo. Después de leer cada párrafo sonreía y cerraba plácidamente sus ojos, simultáneamente se oía su respiración como un ventilador dañado y al cabo de pocos segundos me preguntaba con dulzura y mirándome fijamente a los ojos: ¿Y usted querida Ana María, qué va a opinar?

Respondo con una opinión mundana en comparación de todo lo filosófico que ha dicho Antonio durante el programa. Y fuera del aire le pregunto: ¿será que no va a llamar nadie a opinar esta noche?

No sé, pero mejor que ni llamen porque está muy interesante el tema y quiero seguir hablando sin interrupciones me dice Antonio.

-AMC: ¿En verdad no te importa no recibir ni una sola llamadita?, pregunto tímidamente y con temor a que se ponga de mal genio.
-AI: No, la verdad, a veces llaman solo para interrumpir, o leer alguna frase copiada de internet que hacen pasar como si fuera de ellos, no aportan nada nuevo y si hacen perder la continuidad del programa.

Mhh, bueno… insisto que sería chévere que llamaran como la vez pasada (cuando estuve de invitada en el programa anterior) y les tomes del pelo nuevamente preguntándoles sobre cómo imaginan que soy yo.
-AI: Risas…

Jimmy tiene razón al afirmar que “la alegría que trasmite Antonio en el micrófono o al entrevistar a los personajes contagia hasta dar la impresión de estar en otra dimensión diferente al de una cabina, pareciera que a él y a los invitados se les olvida que están en un programa radial, y es cómo si estuvieran tomando un café o una gaseosa en la sala de la casa.”

Antonio se deleita estudiando el Universo, una de sus más intensas y profundas pasiones. Intuye que hay muchos micro y macro universos en permanente evolución. Y cree en una fuerza suprema que hace parte del universo; a este último le atribuye su inspiración para hablar con su tono sideral en la cabina celestial. Cree en la astronomía, pero no cree ni le gusta la astrología, aunque haya tenido como invitado a Mauricio Puerta. “Ese día ha sido una de las noches que más han entrado llamadas a este programa. La gente se enloqueció preguntándole cosas de su vida a Puerta.”

Semanas después quise visitar a Antonio nuevamente para preguntarle sobre un invitado colombiano que él había entrevistado y que me interesaba especialmente por haber vivido y trabajado en mi país favorito: Japón. Me asuste mucho cuando Wilson me dijo que no había ido en todo el día y parte de la noche. Con su delicado estado de salud pensé en que le había pasado lo peor.

-WRL: yo creo que él no viene hoy porque no está el vasito anaranjado que el siempre deja acá para servirse su agua tibia antes de empezar el programa.
Y… ¿Jimmy tampoco está?, pregunte.

-WRL: No, él llega por ahí a las 10:00 p.m.
-AMC: Qué raro, Antonio siempre llega a las 500 p.m. para preparar sus programas. ¿Será que le paso algo?
-WRL: ¿Si quieres te doy su correo y el celular?
Por un momento pensé que Antonio se había modernizado de un momento para otro y había comprado celular y creado una cuenta electrónica.
-WRL: “Don Antonio es como ermitaño ¿cierto? Solo tiene un número fijo acá (libreta) anotado”.
Al otro día tuve el alivio de escuchar nuevamente su particular contestador: “Ales luya por este nuevo día. Deja tu mensaje con alegría y amor (…)”, luego confirmé que no hubo programa por la trasmisión de la Copa Libertadores.
Jimmy afirma que Antonio es anti cibernauta. “A él no le gusta nada de la tecnología, a él nunca lo verás sacando nada de lo que dice al aire de google o de wikipedia. Todo lo tiene en la memoria, yo siempre le digo que él es una biblioteca andando”.
-JR: Yo tuve una experiencia sorprendente con él que fue una noche en un programa que él no tenía invitado y estaba hablando sobre la crisis económica mundial, entonces un oyente llamó a confundirlo y yo no sé porque motivo el oyente empezó a tocar lo de la revolución industrial, la revolución francesa, los nazis. El (oyente) trataba de confundir a Don Antonio con fechas y personajes. Fueron como 20 minutos tratando de corchar a Don Antonio y él (Ibáñez) parecía una enciclopedia de Encarta hablando, solo le faltaba decir la hora de cada acontecimientos histórico, lo hizo con todo el respeto de mundo hasta que el oyente colgó sin despedirse ni nada”.
- AMC:¿ Qué otra anécdota has tenido con Antonio?
-JR: Muchas; con él todos los días es una experiencia nueva porque sabe demasiado, ese señor sabe mucho, puede que no tenga doctorados, ni títulos universitarios, pero uno le coloca un tema y él sabe de cualquier cosa. Además, sabe cómo tratar cada persona sin importar si es historiador, economista, político, biólogo o actriz. A cada uno lo desviste para que muestre su faceta más humana.
Debo confesar que es cierto, que Antonio si tiene ese Don y que por lo menos conmigo le funcionó muy bien porque en el segundo programa fui capaz de confesar que llevaba un diario como de 400 páginas y me atreví a leer fragmentos de poemas y reflexiones que había escrito en él para todo el público- que supongo no habrá sido muy numeroso a esas altas horas de la noche y en una emisora que se trasmite por la cadena AM.
-AMC: ¿Qué defectos tiene Don Antonio?
-JR: Creo que a veces es como muy caprichoso en sus ideas, todas las personas tienen derecho a opinar de cualquier idea, pero a él le gusta que llamen a aportar, pero no ha contradecirlo, llevarle la contraria o a leerle cosas de internet como si fueran la última verdad.

Al igual que su edad, saber cuál ha sido el personaje –de los cientos que han pasado por su cabina- que más le ha impactado, también es un misterio sin revelar. “Sería un miserable si pongo un personaje encima de otro porque todos así no sean famosos tienen una historia que contar”, me respondió con una seriedad que no es común en él cuando le pregunté. Sin embargo, si hay una persona especial que Antonio quiere entrevistar antes de morir, y si lo logra ese posiblemente sería su favorita entre todas las que ha realizado. Se trata de Hugh Marston Hefner, el estadounidense de 84 años, creador de Playboy. Supongo que Hefner es un ídolo para Antonio porque tiene prácticamente su misma edad y a pesar de eso sigue teniendo un encanto muy particular para seducir a las mujeres más sensuales del planeta.

Actualmente Antonio escribe un libro de todas sus anécdotas y entrevistas realizadas que solo será publicado después de su muerte; el título ya lo tiene, según él es muy creativo e interesante, pero se mantendrá en secreto hasta el lanzamiento por temor a que alguien le robe la idea. Mientras tanto, él, el hombre cósmico pone el mejor empeño y disposición para continuar con su programa y sus invitados desde la cabina celestial.

No me despedí de Antonio antes de viajar a Japón, tampoco lo pude ver cuando llegué. La última vez que hablamos telefónicamente me dijo con emoción que tenía un nombre periodístico para mí, me dijo que cada inicial tenía una fuerza cósmica, también me dijo que quería que yo llevara mi portátil a su cabina para crear un blog de Habitantes de la noche, lamento no haberlo visitado antes de mi viaje para concretar ese proyecto. Me hizo prometerle que si lograba viajar a Japón a mi regreso lo llamaría para compartir en un programa todas las experiencias vividas en Asia. Un día antes de llamarlo para concretar nuestro encuentro leí con tristeza en un diario nacional que había fallecido por complicaciones de salud a los 77 años.

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